jueves, 12 de febrero de 2015

LA CIENCIA Y FILOSOFÍA DE ESCUCHAR PINK FLOYD

Pink Floyd tiene fama de ser una banda de culto. Hay quienes se disputan si las mejores composiciones son las de Syd Barrett o las de Roger Waters. Ambos tienen sus partidarios y sus buenos argumentos, y es común que quien tropieza con Pink Floyd descubra una experiencia difícil de definir, pero hay algo en el trabajo de esta legendaria banda que atrapa la curiosidad y te engancha.
George A. Reisch decidió lanzarse al agua y buscar el elemento cautivador de Pink Floyd. En su libro Pink Floyd and Philosophy: Careful with that Axiom, Eugene!, Reisch compila 18 artículos que someten la música, ilustraciones y el recorrido de la banda a un análisis que viene desde áreas tan distintas como la literatura, filosofía, música y cinematografía.
La compilación brinda puntos de vista independientes que no necesariamente coinciden. Por ejemplo, mientras hay quienes exaltan la experiencia Dark side of the rainbow – que consiste en la sincronía del álbum Dark Side of the Moon con la película clásica El Mago de Oz – otros niegan su existencia.
Carl Jung escribió sobre este concepto y dijo que la sincronía es “un intento pseudocientífico para definir coincidencias significativas y separarlas de las que carecen de significado”. Pero Lewis Carroll lo dijo de mejor manera cuando la reina dice a Alicia en A través del espejo“es un tipo pobre de memoria que sólo funciona hacia atrás”.
Además, podemos coleccionar pequeños tesoros en las páginas de Pink Floyd and Philosophy que van más allá de la experiencia de escuchar a la banda. Uno de ellos es la generosa cantidad de conceptos que se pueden aplicar a nuestra experiencia cotidiana: por ejemplo, la noción de imagen auditiva, que explica por qué el ser humano es capaz de “escuchar” música en su mente, aún en los lugares silenciosos.
Intenta esto: imagina la melodía de Money en tu cabeza, ahora. Tal vez visualices a David Gilmour cantándolo, pero déjalo por un lado un momento. Lo que ocurre en tu cabeza en este momento no está hecho de ondas sonoras y tampoco es visual. Más o menos “escuchas” la canción en tu cabeza, ¿cierto? Sabes que no la estás escuchando, pero de alguna manera está allí. Esa es una imagen auditiva, porque la estás imaginando y es bien distinta de una imagen visual.
Otro punto que se resalta en el libro es la psicología de un músico al estar en control de un instrumento:
Así, en su interior, un música siempre está al menos un poco por adelantado de lo que su cuerpo está escuchando, mientras que en su exterior, está un poco atrasado respecto a sí mismo.
Y profundizando en esa sensación del tiempo en diferido al tocar un instrumento:
El resultado es la creación de un lapso de tiempo que puede expandir nuestra consciencia del “ahora” a un par de segundos más que en un acto normal de vigilia. En actividades ordinarias, “ahora” dura un par de segundos como mucho, ya que el acto consciente perece y da lugar al próximo acto que se anticipa. “Ahora” para un músico, puede durar de 8 a 10 segundos, depende de cómo y qué esté tocando.
El tesoro más valioso, por supuesto, consiste en saber que otros han sido cautivados al tropezarse con la obra de Pink Floyd y poder revivir la experiencia a través de los ojos de alguien más.

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